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Pero, a decir verdad, me parecía una lástima comerme algo tan delicioso para la vista. Recuerdo haber leído en cierta ocasión una cita sobre Turner en un libro de arte. Parece ser que en una cena, se quedó observando durante largo tiempo el plato de ensalada que le habían servido. Después le comentó a la persona que se sentaba a su lado, el placer que le producía contemplar la frescura y viveza de sus colores. Eran precisamente unos colores que a él le gustaba emplear. Me alegraría poder mostrar a Turner el color de estos camarones y el matiz de esos coloridos vegetales.
No hay un solo plato en Occidente-tal vez a excepción de la ensalada de rábanos-del que pueda decirse que posea un color tan atractivo. En cuanto al valor nutritivo, no puedo juzgar, pero, desde el punto de vista artístico, los occidentales tienen una gastronomía peculiarmente incivilizada. En cambio, la comida japonesa, tanto la sopa como los entremeses, o el pescado crudo, siempre llaman la atención por su belleza. Resulta todo tan agradable a la vista, que merece la pena acercarse a una casa de té para simplemente contemplar la disposición de los platos, aunque no se pruebe bocado.
extracto de libro KUSAMAKURA (ediciones sigueme 2009) original escrito en 1906.
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